Púberes árboles no tengáis prisa,
aún la cuna, aunque chica
es cálida y siempre hay agua,
no de cielo, pero profusa
y necesaria.
Pronto seréis de predio,
vuestras raíces
podrán cruzar hacienda,
las más atrevidas,
las más nervudas.
Y podréis alzaros al azul
sin miedo a las tormentas,
aunque algún rayo os hiera.
No faltará quien os grabe un corazón,
iniciales o un año en la corteza,
no os enojéis,
el hombre además de cursilón
es bastante desastrado con las chairas.
Conoceréis al insólito vendaval,
a las terribles heladas,
a las deliciosas mañanas de tímido sol,
y a las tardes suaves de luz que se alonga,
Vuestra existencia es un privilegio,
no tengáis prisa.
Nená
Hay dos palabras que me parecen sospechosas, Nená.
ResponderEliminarSospechosas por no habituales, por ser más usadas en otro tiempo. Ya te he visto más por ahí. Tomás Rivero me comentó en persona que a él lo descubrirían de otra época por la utilización de palabras cuyo uso ya no es que no exista (triste) sino que su paso por ellas en un texto causa indiferencia (triste). El lenguaje, la palabra es nuestra prolongación: más cortos somos si no nos sabemos expresar.
Bueno, esas dos palabras: Púberes y el verbo Alongarse.
Chaira es una palabra que siempre escuché dentro del argot como navaja, pero chaira es la barrita que sirve para dar luz al filo de los cuchillos. Los carniceros la usan constantemente.(Parece que estoy dando clases, lejos de mí.) Por eso me resulta curioso que la hayas utilizado.
Y cierto, el hombre es cursilón, desastrado y muy, pero que muy patoso.
Te dejo a contrapartida a tus púberes árboles, mis amados y añosos olivos:
http://tempero-koroneiki.blogspot.com/2009/10/desubicados.html
Dime en qué te parecen sospechosas e intentaré darte razón de ellas ¿si?
ResponderEliminarUn abrazo,
Nená
Si un árbol gime es para no parar, caray. Es precioso.
ResponderEliminarSobre lo de antes creo que te he entendido. Como te dije en otro comentario he ido recopilando palabras desde pequeña, a eso sumo las de mis abuelos, y las de otros abuelos -siempre me he metido en las tascas a charlar con los mayores y he aprendido muchas cosas, no sólo palabras.
Además, hace mucho que dejé de ser una jovencita, y una va creando su propio vocabulario que es una mezcolanza de términos de varias épocas y lugares.
Nená
En algo somos idénticos: en hablar con los señores mayores y absorber su lenguaje, su sentir, su decir.
Eliminarla palabra es la esencia.
Mi cuaderno/blog está lleno de esas palabras. Ya te iré contando.
Hoy ya llueve, muy tímidamente.
Por cierto, me gusta como escribes Tempero.
ResponderEliminarNená
Gracias, Nená.
ResponderEliminarPor cierto: inevitable pensar en aquéllo que sin ser complicado sí tenía un punto complejo. Lo escuché de mi padre: farragoso.
Ahora veo que fárrago tiene otro matiz diferente.
Abrazos.