No arrojes los dados todavía.
En el zaguán reposan los sueños
y las mitades de uno,
las pacas con lo que ha de ser soñando,
y la vida.
Cuando cruces este duro portal
-cualquier espinoso zaguán-,
será tu pié el timonel
y no el destino con una suerte vieja.
Que aunque te vendan la fortuna
siempre serás tú el lotero
y todos los números tocan.
Dile a la marea que no te irás con ella,
tiempo habrá para jugar
a darse por vencido.
No arrojes los dados todavía.
Nená
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