Sigo pintando tu hombro en mi pared,
y contando hasta tres
con los ojos cerrados.
Hablo sin parar, lo sé,
y tan bien sé que no siempre me escuchas.
No sé si desconcierto o gratitud
me sientan mejor,
debo salir a comer,
y no sé cuál de esos vestidos ponerme,
los zapatos si,
absoluta admiración,
esos siempre los he llevado puestos.
Hoy no escuché las campanas
y es raro, cada hora suenan,
alguien ha debido dormirse,
y me siento triste, no sé porqué,
todo es hermoso aquí afuera.
Creo que las pequeñeces nos dan pesar,
mucho más pesar que los grandes problemas,
y me cuesta entender
que seamos un poco listos.
O quizá sólo sean ciclos
como la luna, o las mareas,
pero ser tan de tierra
me abruma.
Nená
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