Me conmueve,
no me asusta,
el aire invadido
por la ausencia de mi misma.
El poder de la alzada,
la no campechanía, la autoridad
de la belleza empinándose
por encima de mi pelo.
Me conmueve
ser parte de todo esto,
una piedra, un pedazo de cristal
de vidriera, la memoria
de un solo hombre.
La mano posada
un breve instante
en la columna.
Me conmueve,
no me amilana.
El ojo sedente en cada arista,
todo lleva su ciclo,
porque tuvo su edad erigir
esta maravilla.
Me conmueve
y mi cuerpo tiembla,
pero ella no sabe,
ella no oscila.
Nená
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