Extraña habitación te construyes,
fiera diminuta,
unas hojas, unas ramas.
Tú, perfectamente diseñada.
Todo en ti al milímetro,
al antojo de una naturaleza
caprichosa,
que quiso tener sus juguetes.
Impecable, de flanco a diente,
de diente a cola
y de patas de cinco dedos
y de uñas afiladas.
Portento del mundo
que mudas de colores
allí donde resides.
Lagartija, sargantana.
Animal que une mundos
y los asalta.
Pareces de otra época
donde el hombre aún no
conocía la corbata
-ni su condición de hombre-,
pero hoy tatúan tu silueta
en los talones, las nucas, las muñecas,
en las sedas, algodones,
o en vasijas de porcelana.
Seguro que ya te dibujan
hasta en las corbatas.
Nená
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