lunes, 16 de enero de 2012


Sonó la campana más poderosa que nunca, 
para llevarme lejos con esta almadía 
y estos tibios leños, 
arrancarme de tu ponto como una ola, 
y mecerme en mudados zumbidos de abeja 
siempre en busca de la margarita. 
¿Me quiere? 
¿No me quiere? 
Y entre tanto malogré los blancos pétalos, 
el zurrón y las cuotas de lo que anda vivo 
y perdí el rumbo de los navegantes, 
siempre galeote en mil lunas. 
¿Me quiere? 
¿No me quiere? 
¿Me quiso? 
¿Alguna vez me tuvo? 
Sonó la campana más débil que nunca 
y rompió mis ambiciones, 
envenenó mi memoria con desiertos 
para perderte siempre en la arena, 
para concebirte nunca, 
y volar de nuevo,  ya sin inocencia, 
sin la diana del beso, 
en busca de la margarita. 





Nená

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