Sonó la campana más poderosa que nunca,
para llevarme lejos con esta almadía
y estos tibios leños,
arrancarme de tu ponto como una ola,
y mecerme en mudados zumbidos de abeja
siempre en busca de la margarita.
¿Me quiere?
¿No me quiere?
Y entre tanto malogré los blancos pétalos,
el zurrón y las cuotas de lo que anda vivo
y perdí el rumbo de los navegantes,
siempre galeote en mil lunas.
¿Me quiere?
¿No me quiere?
¿Me quiso?
¿Alguna vez me tuvo?
Sonó la campana más débil que nunca
y rompió mis ambiciones,
envenenó mi memoria con desiertos
para perderte siempre en la arena,
para concebirte nunca,
y volar de nuevo, ya sin inocencia,
sin la diana del beso,
en busca de la margarita.
Nená
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