Tonta, 
y cien veces tonta 
y aún sonrío. 
El garabato prestado 
siempre dura 
el borrón de una gota, 
la lágrima que derramas, 
esa sola. 
Pero qué bonito charco 
irisado, 
la corona de una reina, 
lástima que cuando seque 
y quiera pintar a la dama 
haya perdido el color. 
No es malo ser tonta 
-ahora sonrío con más ganas-, 
es nefasto no serlo 
alguna vez. 
Que nos pillen desprevenidos, 
sin el cuchillo en la boca, 
desarmados 
en cubierta, 
sin ropa,
con los brazos extendidos 
sin esperar que nos arrojen 
al océano. 
Las sorpresas 
aunque sean malas, 
son sorpresas, 
y como el caviar iraní, 
alguna vez. 
Nená
Yo soy también muy tonta
ResponderEliminarsomos de otra clase de persona, personas que vibran.
Besazo
Eva
De las que gritan: ¡Qué se pare el suelo!
ResponderEliminarUn abrazo gigante, niñona bella
Nená