Sueña, sueña con el rojo,
aunque el ocre parcele tu espalda.
Con el divino y súbito
instante de fugacidad,
con ese latido
que nunca sabes hacia donde
escapa;
con la sonrisa perdida
que una vez que pasa
acaso no la recuperas.
Sueña, sueña con el rojo,
aunque te duela la cabeza
y ya andes cansado,
y tus pies estén fríos
de tanto esperar.
Que la vida tiene
los boletos justos,
y si no hay más para ti,
da lo mismo.
Tú sueña,
sueña con el rojo.
Nunca dejes de soñar.
-Y si algún día
evitas el rojo,
que sea porque
tú así lo has decidido-
Nená
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