Cuando arda la noche
arderá el día,
y hasta las aves
querrán ser acuáticas.
Ahora está incinerándose
el mundo
y no sabemos sofocarlo.
Nosotros nos enfriamos
como témpanos
cada minuto que pasa,
como si una bruja
nos hubiera hecho un mal conjuro.
Antagónicos frentes
de un mismo hontanar.
Subamos a la colina del hayedo
y dibujemos un círculo de tierra,
¡que no pase el fuego,
que no pase!,
y prendamos un solo corazón
con tibieza, y
que enseñe al resto
para no morirnos de frío.
Nená
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