Ella quería que sonrieran
los tristes,
que olvidaran sus penas,
que las enviaran
aún sin viento,
en aviones de papel
lejos de sus biografías.
Ella quería que vieran
que lo trágico
está muy cerca de la risa,
que lo cómico
está en todas partes,
que se burlaran de ellos mismos.
Que la vida
es una parada de autobús
que hay que tomar deprisa,
sin llantos, sin dudas.
Ella quería que desterraran el drama,
que regresara la inocencia,
la sorpresa,
la inquietud a sus vidas.
Que el autobús tiene un recorrido
y no daba tiempo, no daba tiempo.
Que cada lágrima derramada
era un instante,
que debía compensarse
con una enorme sonrisa.
Nená
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