Digamos que este verbo
nació para nosotros.
Pensemos que lo escogió el cielo,
que cada letra fue cosida
despacio con hilo de luna
noche tras noche,
sin que lo supiéramos.
Imaginemos que un barco nos espera
en el puerto,
que un capitán ya tiene su ruta,
no dejamos de ser dos peones
que hemos ignorado todo
en esta fiesta sorpresa.
Nos dirían:
Habéis sido vosotros mismos
y no os habéis encontrado,
no supisteis buscaros,
y hemos decidido uniros.
Di la verdad, ¿no te rebelarías?
Yo no acepto órdenes, diseños,
ni itinerarios de nadie.
Nená
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