sábado, 17 de marzo de 2012

No quedan príncipes azules,  
afortunadamente, 
no quedan,  porque 
nunca hubo. 
Esa forma de estafar 
tan plebeya,  se la inventó 
un modisto sin tijera, 
que de corte y confección 
sabía cero, 
como nada sabía de uniones. 



¿Qué puede hacerse con 
un azulado ser,  siempre 
delicioso? 
¿Lamerlo,  mecerlo, 
adornarlo con bellos lirios 
y azucenas? 

Yo no digo que el varón no espere 
una dulce gatita siempre en celo, 
melosa,  callada y siempre dispuesta 
a seguirle en todo 
lo que él emprenda; 
ni que la hembra desee, 
un varón siempre correcto, 
alegre,  valiente,  inteligente, 
protector y espalda de su hembra. 

Pero nunca es tan lirondo. 

Ni la gata ni  ‘el espaldas’  
están inscritos 
en un catálogo de posibles 
parejas. 




Nená

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame