Tiempo de dormir
envuelta en hojas sepia,
de releer viejos libros
y cerrar los ojos;
de abrir paredes de yeso
y sonreír para dentro.
Tiempo de posar las manos
sobre la madera vieja, y
respirar sabiendo que respiro,
y ser sabiendo que existo
en el corazón de este lugar
aunque ya no sea el mío.
Es tiempo de llorar sal
sin angustia,
y llenar los bolsillos con sonidos
de guitarra,
ese arpegio y el ‘riapitá’
de la castañuela.
Las zapatillas de ballet
y el volátil tutú
de las niñas.
Nená
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame