lunes, 26 de marzo de 2012


Subo la cuesta de la estación 
y el tren pita. 
Serpentea como anciana culebra 
rezongando y en queja: 
‘¡Ya está bien,  buscaros a otra!’, 
parece que grita. 
Muchos son los años que cruza 
los campos en giros imposibles, 
con apeaderos extraños, 
y toscos zapatones que le pisan. 
Se aleja el tren y pita,  y 
vuelve a pitar,  y sigue pitando 
cada vez más tenue al oído; 
como se va apagando mi latido 
y el brillo de mis ojos, 
y la fe, 
y el delirio por los mismo verdes 
que me volvían loca. 





Nená

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