viernes, 30 de marzo de 2012


El sol me guiña el ojo 
y sonrío, 
pero no le entiendo, 
creo que sabe algo que yo no sé. 
Yo sé que el día es hermoso 
como cualquier día, 
que acaso lo emborrona 
algún estúpido con su torpeza;


pero eso el día no lo sabe, 
y reluce como la primera vez. 
Me acerco a la orilla del mar 
y mil puntadas brillan, 
trozos de coral y cascaretas. 
El mar presume 
de sus joyas diminutas 
sobre mis pies blancos, 
y dejo que juegue el agua 
con ellos, 
como espejos dormidos 
buscando a su Blancanieves perdida 
en un bosque sin árboles. 
Si pudiéramos 
haríamos que todo cobrase sentido 
si es grato y levanta sonrisas, 
inventaríamos lo imposible 
para abandonar esta acerba ruleta 
de amargura y despecho 
que abraza a las almas menos gentiles. 





Nená

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