en el montón de los días
como un corcho flota en un vaso.
No me dejes de tu mano,
ni de tu risa,
ni de ese latido constante
que arrima las nubes al suelo.
Cuando las hojas de los árboles
parecen manos,
yo las sujeto desde la orilla,
con mis pinturas,
como pinto las olas
para que no se vayan
y no tengan que volver a venir.
El cielo va mudando como un bote
de pintura,
tan bello, tan imposible,
que sólo puedo mirarlo
y contártelo.
Por eso no me pierdas
en el montón de los días.
Nená
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