Las voces, eternas voces
que de lejos nos sangran,
como partos prematuros
que adelantan hijos
a un presente incierto.
¿Cómo protegerlos de esta
ingente agonía
de ira y desprecio?
Yo leo en voz alta
cuentos y fábulas,
bellas letras con moraleja,
sencillos poemas
de una vida sencilla,
para no olvidar de donde vengo.
Si sale el sol, sale con todos
a recorrer los campos,
pero se nos olvida,
nos volvemos ciegos,
ignoramos al sol
y vemos sólo el precipicio.
Nená
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