La vida nos acosa,
nos golpea en lo más nuestro,
nos debilita,
nos muerde en el costado,
nos quiebra la columna
hasta la tortura.
Y cuando crees que ya es imposible
que nos duelan más los huesos
nos da la puntilla
en un golpe seco
hasta el máximo y punzante dolor.
Pero entonces todo se vuelve claro,
todo alcanza otra luz,
tú pareces otra,
todo deja de ser lo mismo,
dejas de reconocer
a la mujer que eras,
y comienzas a andar.
Nená
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