jueves, 1 de marzo de 2012


-Un mañana de invierno-


En el fondo de la taza 
un resto de café 
dibuja un riachuelo 
en busca de su cauce. 



Al camarero le aprieta 
el delantal, 
le soltaría el nudo 
sin dudarlo, 
pero el mundo 
no es sólo mío. 
Señorinas con collares 
a media guillotina, 
se sonríen con displicencia 
-la soledad hace extraños 
enemigos-. 
La calle fría 
empaña el cristal 
como una amenaza: 
Sal si te atreves valiente, 
sal, si aún estás vivo. 
El que apenca 
bebe carajillo tras carajillo, 
con ambos codos en la barra, 
frío estribillo de invierno, 
un mal amigo,   
y más vale tener coraza. 




Nená

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