lunes, 26 de marzo de 2012

Permanece el sol,  la roca, 
ese ruido áspero de la ola 
rompiéndose, 
el gorgoteo de la espuma, 
la arena mansa. 
Se queda el sonajero 
de ramas de los pinos, 
el sonido del agua de la fuente, 
las risas de los niños, 
los higos chumbos, 
los algarrobos,  los veleros 
silenciosos. 
Yo voy y vengo,  y 
algo de mí se pierde 
en cada fuga, 
en cada olor intenso, 
en cada objeto, 
en el sonido de las cosas 
que siempre permanece. 



Nená

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