Me hacen sonreír tus maneras
distintas,
saben a mermelada
de naranja amarga.
Remolcamos bagajes
de instantáneas viejas,
que nos aíslan del mundo
o nos vinculan
con traíllas invisibles,
pero siempre nos hacen
diferentes unos de otros.
Tú tienes tus dominios
en las vueltas de tiempo
de tus sienes,
en tus llagas, tus ultrajes,
tus júbilos, tus placeres,
pero no son los míos.
Mi mundo se hizo
con otras piezas,
voces ajenas a tus próximas.
No sé cómo te gusta el café
por las mañanas.
Somos dos partes únicas,
vecinas y foráneas,
minúsculos puntos en un gran mapa
que se olvidan y se extrañan,
y que en el volátil
secreto de los momentos
se tienen;
pero de esa manera,
con la mirada perdida
en el fondo de un cáliz
que dejó de estar lleno.
Nená
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