domingo, 4 de marzo de 2012


Me cansa el valor de las cosas 
en su gravedad, 
la misma gravedad 
de los verbos que tantos usan. 
Quizá me supone 
una forma entera,  o no entera,  de crecer,  
innecesaria para mí. 
Tanto amor,  tanta rabia, 
despellejemos al capo, a la cocaina fiera. 


Esa bragueta torcida 
perturbadora y cruel, 
que más que un asunto natural 
parece el reclamo del verso, 
es una forma de violencia, 
de insatisfacción,  exabrupto, 
estoy jodido,  
y me quejo con este privilegio. 
Pero el verso es lo sublime, 
esa pluma sutil 
que puede acariciarte por dentro, 
capaz de sacar lo mejor de ti 
en estado crítico, 
aún hablando de dolor y atropello.  
-Lo peor sale solo, 
no hace falta indicarle la puerta- 
Y me escuece, 
porque el que puede hacer firmamentos de versos 
puede hacer ricos bizcochos de cuartillas, 
efectivas,  digeribles,  
y sin ningún álave que rasgue la vena. 






Nená

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