La mañana trae la bondad
de la sordera,
la ceguera blanca,
la mudez voluntaria.
Soy rama de palmera
agitada por el cálido viento
al sur de la colina de arcilla.
Puede que silbe, de tanto en tanto,
y mire al norte de reojo,
pero sólo un poco y a la atardecida
cuando el sol ande bostezando.
Espero la bondad de la mañana
como la vid espera
el agua bendecida.
Nená
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