viernes, 9 de marzo de 2012


Déjame llorarte 
lágrimas de lluvia, 
y fundir el polen con el barro. 
La flor vivirá ya como era, 
bella en su esplendor 
primigenio. 
Déjame besar el aliento 
que liberan tus labios, 
y sentirlo como mi aliento; 


respirar la humedad que desprenden 
nuestros cuerpos, 
un día frío de invierno. 
Llámame rara,  loca, 
de otra primavera, 
pero llámame como sea, 
para que sepa 
que sabes que existo 
entre los vivos.  
Y cuando la luna se oculte, 
crezcan las estaciones, 
me iré despacio,  sonriendo, 
con una luna callada en el pecho 
que lleve bien escrito tu nombre. 






Nená

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