Sí, hablo de mí
porque de ti sé menos.
Al fin y al cabo soy lo que
tengo más conocido,
con quien me acuesto
y con quien como.
Con quien me peleo todos los días,
y renuncio y hasta maltrato.
Reconozco mis pesadillas
como mis desequilibrios,
mis pasos rectos,
mis erradas zancadas,
mis registros.
La locura que a veces invierto
y la cordura que a menudo desdeño.
No es por vanidad, ni por hacer bailar
a un ego coqueto y necio,
es que soy lo que mejor puedo contar
sin extraviarme.
Nená
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