domingo, 25 de marzo de 2012


Nunca me has llorado 
como la tierra fértil 
llora al grano o el útero 
a la semilla. 
Mírate,  palabras,  sólo palabras 
con que adornar un cazo 
de agua que nunca hierve, 
sólo se templa 
si estoy yo. 
Languidecen los días, 
como tiritan las noches 
esperando no esperar 
la madrugada, 
ni el orden desordenado 
de las horas, 
que dividen minutos 
en sonrisas,  como lapsus 
momentáneos. 
Tibias o perversas aparecen 
para esclarecerlo todo, 
para encender la luz 
y mostrarnos la herida. 






Nená

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