No podemos tener los párpados
abiertos siempre,
ni como los zahoríes
en lugar de agua,
localizar momentos para no
perderse.
Pero alguna vez
el corazón te pellizca,
y abres el ojo
justo a tiempo
para ver la maravilla,
y sonreírle al paraíso
por ese edredón tierno
que te acolcha encima, o
ese beso dulce que te da
en los labios.
Nená
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