jueves, 1 de marzo de 2012


Ella miró su rostro 
en la fotografía: 

¿Por qué tú? 
¿Por qué hasta esta ribera? 
¿Por qué yo? 

No renuncies a mí 
hasta dejarme sin verbos, 
sin el último pétalo 
que guardé para nadie. 

Te ocultas,  como la luna, 
como la contraventana al vidrio, 
y soy lluvia encendida 
milagrosamente cálida aún. 

¿Qué me queda? 
Volver a la nube, 
evaporarme con prudencia,  
y reestrenar un hermoso 
y enorme cielo raso. 







Nená

2 comentarios:

  1. Siempre he considerado la expresión 'el cielo raso' desde el infortunio. Y te cuento porqué. En mi zona, las últimas heladas leves (o no tan leves) que aparecen en el mes de mayo son más o menos dramáticas en función de si el amanecer está plagado de nubes o se queda el cielo raso. Ese cielo raso, si hubo una helada, propicia que el sol achicharre la espiga sin remedio. Y las consecuencias son obvias.

    Los verbos son un estímulo para la escritura. Cuando yo me quedo sin verbos necesito reiniciarme. Afortunadamente tardo poco en esa operación. Pero no me cabe duda que lo mejor para los verbos son los encuentros. Entonces, da igual cómo caiga el cielo.

    Besos.

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  2. Yo también puedo entender en ocasiones un cielo raso con una helada, y si hay siembra trae infortunio, es lógico. En este caso el cielo raso, es un cielo sin atisbo de nubes, sin posible humedad para la mujer que busca el amor, la lágrima, el sentimiento. Dejarla sin verbos es dejarla sin vida, sin voz, sin posibilidad de expresarse y gritar.

    Un besote,

    Nená

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