Ya no soy tan críptica,
pero sigo siendo
un equívoco de tildes.
Caigo en el empleo de la seda
cuando hace frío,
y en el vellón
cuando el sol socarra.
Siempre adivino
tu primera pregunta,
y tu segunda,
tu desazón y tus ganas;
pero no mi enredo furtivo
ni mis ademanes incógnitos,
ni esta risa tan triste.
Tampoco sé dónde
reside mi parnaso.
Conozco estas manos vencidas
pero diligentes,
y los aprecios y las no pasiones
de este corazón cansado.
Amo el olor de las cosas pequeñas
y tanto pecado escrito
en cartones viejos.
Siempre tengo el mismo castigo:
Esta estrecha intimidad
en mi absurdo destierro.
Nená
nENÁ DEBE SER EL MEDIOVINO QUE LLEVO EN LO ALTO DE LA TESTA PERO LEÍ EN TU POEMA:
ResponderEliminarY TANTO PESCADO FRITO
EN CARTONES VIEJOS.
pERO ESO NO ME OLÍA BIEN. cÓMO ME IBA A OLER BIEN SI DE PECADOS SE TRATABA.
nO LE DES TANTAS VUELTAS, AL CÍRCULO SE LE ATRAVIESA, NO SE LE RODEA.
sI A UN DESTIERRO SE LE CONSIDERA ABSURDO LO MEJOR ES DESTERRARSE DE UNO MISMO O DESTERRARSE DEL DESTIERRO.
uN BESÓ.
pD. QUITA ESA OPCIÓN DE VERIFICAR PALABRAS PARA DEJAR EL COMENTARIO PUES LO PASO VERDADERAMENTE MAL AL TENER QUE TRANSCRIBIR LO QUE AHÍ PONE.
Jajaja A ti el vino en la testa te deja muy simpático gañán.
ResponderEliminarUn besó de los tuyos,
Nená