miércoles, 15 de febrero de 2012


Demasiadas tejas en los tejados 
idénticas a otras, 
algunas parecen diferentes, 
un poco de musgo,  un arañazo, 
algo que contar 
sobre algún rayo, 
pero no,  tejas,  sólo son  tejas. 


A veces te convoca la idea 
de mirarlas ratos largos, 
las ves quizá algo especial 
por un segundo, 
a ésta puedo pintarla una cara, 
un paisaje, 
pero en seguida,  te das cuenta 
que cada una ocupa un sitio, 
su sitio. 
Nacen marcadas, 
como algunos seres humanos 
que llegan leídos,  y creen  que las cosas 
son de una manera y no de otra, 
y sanseacabó,  ni una palabra más. 
Los que abrazan las libertades 
suelen ser los peores, 
en casa son los de 
‘porque lo digo yo’, 
que tiene su mediocre razón: 
Mucha libertad para el mundo, 
¡seamos libres! 
Pero en casa 
la parcela de poder es mía. 
Tejas y hombres, semejantes, 
intentando ocupar un sitio 
o no perderlo, 
valiosos en su función. 

No os reinventéis diferentes, 
como otro tipo de hombres 
que no son así,  no vale la pena. 





Nená

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