sábado, 25 de febrero de 2012


Cuando llegues a Formentera 
sentirás cosas distintas, 
es curioso como una isla tan  pequeña 
puede atrapar a tantos. 
Sus tormentas son apoteósicas, 
se abre el cielo,  así sin más. 
El rayo es como esos 
rayos perfilados de cómic. 
El mundo es a lo grande en  esa isla. 
tan plana,  tan suya. 
De noche en cualquier alto 
puedes verla entera, 
con sus luces encendidas, 
como si fueras el rey del mundo, 
sin estar en la proa del Titanic. 
Y cuando llegues al faro de Barbaria 
o a Ses Illetes, 
junta un montoncito de piedras 
y ten fe,  pide un deseo, 
un deseo de corazón, 
y espera, 
la isla te lo concederá 
si de verdad lo deseas. 


Nená

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