viernes, 10 de febrero de 2012


-Vivac-

El sueño acuciaba,  y dentro  del saco  
un agujero por ventana. 
Las estrellas lo iluminaban todo. 
No me quería dormir 
por si se iban, por si el techo 
de esa habitación increíble se iba. 

Era la mujer más feliz y más libre 
de la tierra,  con mi irregular ventanuco, 
con mis infinitas estrellas, 
infinitas y libres todas,  como yo. 
Los sonidos,  llenos. 
Los olores increíbles. 
Que no acabe la noche,  que no acabe. 
Hasta que amaneció 
y superó en belleza al divino crepúsculo,
con incalculables tintes,  rosas, 
malvas,  amarillos,  anaranjados. 

-Eso sí,  el resto del día fui un bulto 
con una mochila en la espalda- 






Nená

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