Como un disparo en la sien
la palabra ríspida,
la que no esperas,
la que se cuela hábil
entre tus malvas.
Nunca aprendemos.
El otro no es uno, ni
aún cuando crees
que lo cristianas
a tu aire.
Es absurdo despropósito,
nadie te toca en un reparto
de bienes.
No conoces nunca del todo
a tu amigo devoto,
y es él el que tiene tu ánimo
en sus manos.
Tarde aprendes
que las personas
alzan muros,
aunque se quieran,
se valoren,
y nunca deberían
salir de su medida,
es necesario.
Nená
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