Siempre serás
esa nube que pasa por detrás
y me moja la espalda,
el tórrido sol de las tres de la tarde
que ciega mi ojos
y me deja indefensa.
El ave que me atemoriza
por ser la fobia que descuidé
de niña.
Sabes mucho de mí,
por eso ahora
nunca cuento nada a nadie,
sólo cosas, que no podrían darme mal,
intimidad que en el fogón se queda.
Cualquier día cuando pases por detrás
me daré la vuelta
y me lloverás encima,
y será la última vez que lo hagas;
y tu sol de las tres de la tarde,
quemará mi espalda
cuando me aleje.
Dejaré de tener fobia a las aves,
y tú te morirás de indiferencia.
Nená
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