martes, 28 de febrero de 2012


Tú. 
Una mariposa en tu nariz. 
Todo lo que vuela me asusta. 
Mirar tus ojos a través del cristal 
me tranquiliza. 
No sé si es por la mariposa, 
o es por ti. 
La mariposa se va. 
Me gusta el cristal,  es cómodo, 
era por ti y por la mariposa. 
Tus manos son bonitas, 
tu voz la de un niño tímido, 
tímidamente orgulloso. 
El cristal me deja oírla 
pero al pegar mi oreja 
siento que puedes acercarte, 
y tiemblo, 
tiemblo como una mariposa, 
como una mariposa que me asusta. 
Deseo escuchar tu voz, 
e intento ser sigilosa. 
La escucho cerca, 
cada vez más cerca, 
pero no puedo despegar 
mi avidez de tu voz. 
El terror es tan sublime 
que noto en mi espalda 
cómo nacen dos enormes alas 
de colores,  
y un cuerpo extraño y feo 
cubre mi cara ,  
mis manos,  mis piernas. 
Soy una horrible mariposa 
de bellísimos colores, 
soy el miedo,  el pánico, 
pero ahora puedo posarme en tu nariz. 








Nená

2 comentarios:

  1. pero no puedo despegar
    mi avidez de tu voz


    Siempre dependemos de un vuelo, Nená. Y quien insista en que no es porque no es consciente de su crisálida.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Es posible que dependamos de un vuelo, o dos o tres, pero no necesariamente se es o no consciente. Yo admiro el tesón, la insistencia.

    Beso,

    Nená

    ResponderEliminar

Háblame