A veces las palabras nacen
como amapolas sobre la seca,
son carteles de esperanza, guiños
de perpetuidad y de amor,
si aún tienes fe en esas cosas.
Otras veces entre el verde más escandaloso
sólo llegan como ortigas,
y harán lo imposible
para que no te recuestes sobre él.
Las palabras son puentes extraños,
cucharas de sopa caliente o fría
que no distingue labio,
y aciertan unas veces, y otras no.
Una llave maestra en un bolsillo chico
tendría un valor incalculable:
Para mí este puñado de palabras,
que son muy cercanas.
Para ti este otro, que nacieron contigo.
Y a ti, te daría estas otras,
que llevo días pensando.
Así que trátalas con cariño
porque no hay ninguna a la ligera.
Nená
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