Cometas.
Bellas hojas posadas sobre el aire,
quién sabe dónde y cómo bailarán,
ni el propio cielo conoce su ruta,
colores que sombrean el prado
como carreras de gato
jugando a morderse la cola.
Mi abuelo nos hacía cometas,
preciosas cometas que adornaba,
y cuando hacía viento
subíamos a un alto a echarlas a volar.
‘Suelta hilo Nená, suelta hilo’,
y veía como se alzaba hasta lo más alto,
sintiendo lo pequeño que era todo
y lo grande que era el mundo.
Nená
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