Siempre encontraremos cantos
y nos sentiremos caracoles,
y todo costará cruzarlo.
Pero habrá días que el sol generoso
soltará cortinones,
y veremos películas de colores
haya donde miremos,
y la vida nos parecerá distinta.
Olvidaremos las aristas,
los cantos, los ruchos angostos.
Y habrá días de lluvias torrenciales,
o suaves calabobos,
que nos empaparán el rostro
y sonreiremos y olvidaremos
cada tortura y cada condena
que sembró un mal invierno.
Y se nos llenará la garganta de risa,
como un manantial de vino,
el caldo más exquisito del mundo.
Nená
hOY ME HE DESPERTADO CON LA SONRISA A FLOR DE COCCIÓN. qUE NUESTRO DIOS TE OIGA Y SUELTE TODO EL AGUA A SU ALCANCE. eNTIENDO QUE AL CALDO DE COCIDO SE LE LLAME CALDO; AL DE GALLINA BLANCA JAMÁS LO LLAMARÍA YO CALDO; PERO AL VINO, ¿LLAMARLO CALDO?. eN REALIDAD SÍ CUECE EL MOSTO.
ResponderEliminarfELIZ EXQUISITEZ.
pOR CIERTO: UNA SIMILITUD DE NUBE:
http://tempero-koroneiki.blogspot.com/2009/01/nube-emponzoada.html
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSupongo que los llaman caldos por el mimo con que los tratan, ¿ves?, tú mismo no llamarías caldo al de Gallina Blanca -ni yo-, ni cariños ni ná de ná. En cuanto a tu entrada, no conocía la expresión, pero tiene mucho sentido, una buena granizada envenena y destroza las cosechas y todo el trabajo. Me ha agradado mucho, se aprenden muchas cosas con tus entradas.
ResponderEliminarNená
PD. El otro era el mismo o parecido pero qué se yo dónde dí, soy de condición pato mareado, así que paciencia, amigo Tempero.