Sabes que no sé si puedo sentir
eso que une a dos peces
en un mar proceloso.
Demasiado océano ganado
a golpe de remo,
ahogada, flotando, hundida,
salvada, muerta, revivida.
He visto cómo el sol se bebía
el piélago, a sorbos,
engullía masas de azul
antes de subir al otro azul del cielo.
Por eso sé que el amor
es caprichoso y tragón,
nunca sabe si querrá
comer hoy o mañana.
Siempre puede haber borrasca,
y una neblina inmensa
cubrir la línea de ambos
de un gris marengo perfecto,
donde todo parece perderse.
Nená
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