domingo, 12 de febrero de 2012


Resbala la roca,  se deshace 
para llegar antes, 
sólo quiere tocar el agua, 
su color le fascina. 
Y poco a poco desciende 
perdiendo el suyo. 
Besa la orilla 
en su vértice más claro, 
y algún trozo de roca  atrevida 
rodando llega a las algas. 
El mar habla, 
de día susurra nombres, 
como si una lista apuntara, 
de noche los canta. 
A veces no se le entiende el murmullo 
pero siempre lo hace, 
y refleja otro océano en el cielo 
gemelo al salado, 
sólo unos segundos, 
antes del atardecer. 







Nená

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