No me entiendes.
Sobrevivo
en este desorden diario.
Hago lo que puedo
cada día para no hundir
el tacón más de lo necesario,
en este barro compartido,
y es que no quiero
que me recuerden,
ni que me llore nadie.
Siempre quise ser una señorita,
y cada día que me levanto,
lo que eso supone.
Las señoras son viejas
yo nunca seré una señora.
Pero me resulta imposible,
rodeada de tanto primate.
Me muerdo la lengua
y se desatan en mí turbulencias
que aplaco con sonrisas,
y con las mismas, dulcemente
y en tono bajo, mando con naturalidad
a la mierda.
Es imposible.
Pero te aseguro que lo intento
y me hubiera gustado a rabiar,
como tú, mamá,
ser una señorita.
como tú, mamá,
ser una señorita.
Nená
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