viernes, 17 de febrero de 2012


No me entiendes. 
Sobrevivo 
en este desorden diario. 
Hago lo que puedo 
cada día para no hundir 
el tacón más de lo necesario, 
en este barro compartido, 
y es que no quiero 
que me recuerden, 
ni que me llore nadie. 


Siempre quise ser una señorita, 
y cada día que me levanto, 
hago un poder con toda 
lo que eso supone. 
Las señoras son viejas 
yo nunca seré una señora. 
Pero me resulta imposible, 
rodeada de tanto primate. 
Me muerdo la lengua 
y se desatan en mí turbulencias 
que aplaco con sonrisas, 
y con las mismas,  dulcemente 
y en tono bajo,  mando con naturalidad 
a la mierda. 
Es imposible. 
Pero te aseguro que lo intento 
y me hubiera gustado a rabiar, 
como tú,  mamá, 
ser una señorita.  





Nená

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