En la vieja bodega
ya no escancian vinos,
tú tiemblas de frío
y ellos envejecen,
así el mundo se organiza,
ya no es como antes.
Demasiadas estacas
sujetando cordones,
prohibidos,
requeteprohibidos.
Ustedes por aquí, ellos por allá.
Si es que apetece ir tocándolo todo,
pasando un pié al otro lado del cordón,
y pedirle al más viejo de la bodega
que te escancie, que te muestre,
que quede entre los dos
aunque sea bajo soborno punible.
Hay deliciosas granjas
bucólicas, peregrinas,
-beeeeee, beeeeee-
pero vivir en una por exigencia
no hay factura que lo avale.
Lo que ayer era una entrada y salida
con libertad absoluta,
hoy es con pase y restricciones,
mañana quizá lo tapien
y hagan una entrada por el subsuelo.
Pero bueno, nosotros sigamos hablando
del magnífico siglo XXI,
es tiempo de libertades.
Nená
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