Moja tus manos
y hazme de arcilla.
Despacio, ve dando forma
a mi cuerpo del modo que quieras,
redondea o haz esquinas,
allí donde tus manos busquen cuevas.
No hablaré, lo prometo,
me dejaré tornear, confío
en la habilidad de tus dedos.
Concibe la mujer que soy
y ámame después.
Déjame ver
como desabrochas tu camisa,
como hundes tu pecho
en mi arcilla,
y como te desordenas en mí.
Cuando hayas acabado,
deja que te explore yo
despacio, infinitamente
despacio,
a mi manera.
Nená
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