Soñé con un Turín vacío
de italianos ausentes,
sus altos y majestuosos edificios
me miraban,
incrédulos y altivos.
El más espigado me dice:
Dove stai andando piccola?
Y yo le contesto:
Juego a la comba
en el empedrado de tus calles,
con el eco de tu historia.
Soy la soberana del Piamonte.
Salto de dos en dos
las escaleras.
Cruzo las sombras
de las columnas,
como otra sombra
que se esconde.
Pienso que es la ciudad
más bella del mundo,
porque Torino es mía
y soy su reina,
la reina sin corona
que puede hablar
con los muros de piedra.
Nená
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