Tanto tiempo confinada,
hablándole a la hiedra,
oliendo la humedad de mi cuerpo,
qué soy más de esta torre
que del aire que la circunda.
Pedí que me rescataran
y ha pasado demasiado tiempo.
Ya hablo el secreto verbo
de las piedras, y comprendo
el aleteo fugaz de la mariposa blanca.
No quiero seguir aquí,
pero tampoco sé a dónde irme.
No creo que haya un sitio para mí ahí afuera.
Ese es mi secreto,
el que he intentado desvelar
en cada estrofa.
Nená
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