cada día,
cada noche,
encargado de vigilar
tu belleza.
No te dabas cuenta
del mimo que dejaban sus rosas,
del cuidado de sus esquinas
todas ellas tus escoltas.
Cumpliste los dieciocho
y saliste a correr el mundo.
Hambre por descifrar colores
y bellos rumbos, y nuevas letras.
Pronto descaminaste el alféizar
del ventanuco, las rosas,
las mañanas de domingo,
y los lunes de cartera;
porque ya no necesitabas
que te protegieran,
ni que custodiaran
tu belleza.
Hoy eres un bello ser humano,
un grandioso portón
entre las rocas.
Nená
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