viernes, 25 de noviembre de 2011


Qué voy a venderle al cielo 
si no deja de confesarme  agua. 
Yo le arrimo mis versos, 
y le digo que son lagunas 
de esta mente desgastada, 



pero él extiende   
su paraguas de viento, 
y se vuelan todas sus letras.                                                  



Qué voy a subastarle al mar, 
si no deja de lanzarme avisos.  
Yo le ofrezco mis poemas 
y le digo que son lamentos 
que buscan una carta no escrita, 
pero agita con su mano las olas 
y el llanto se abandona a la marea. 




Qué voy a mal venderte a ti  
si tienes todo lo que yo no tengo,  
paciencia y buena eufonía,  
ganas de vivir jugando, y  
un jardín en la vidriera.  
No puedo dejarte mis versos,  
tiritarían de frío,  
pero sí mis palabras sueltas  
para que hilvanes tu poesía.  



Nená


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