domingo, 27 de noviembre de 2011


El árbol quería una casa,
la casa quería un árbol,
pero hablaban idiomas distintos
y no había manera.
Uno y otro no llegaban
a un convenio.



Fueron pasando los años
y la lluvia y el viento
les fue dejando mudos y unidos,
mordidos en una compañía extraña.
Al caer la tarde hablan un rato
cuando ni el aire escucha,
y ellos entienden que el uno al otro
se dan las gracias,
por tantos años de compañía.



Nená

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