en la generosidad
del atento,
y recoge la bondad
que este cursó
en lo que fue su ayer.
Y así este último abrigará
a otro
en la abundancia,
con el mismo desinterés.
La amabilidad, la ternura,
se pasa de mano en mano,
como nudos de una misma cuerda,
si hubo un ayer
que dé paso a un ahora.
Con los ojos cerrados,
sin preguntas, sin respuestas,
como el reflejo de un naufrago
agarrándose a una tabla,
sin dudarlo un solo instante.
Nená
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