martes, 22 de noviembre de 2011

-No hay solemnidad en la noche-

Detrás de las horas 
está la noche, 
espiando a las sombras. 
Desafía al idilio, 
al contacto de los cuerpos. 
Como una felina trepa a los árboles 
con zapatillas de bayadera 
y se sienta en las ramas
de los hermosos manzanos.


Cuando baja la niebla 
mira por las ventanas 
y vigila el sueño de los niños, 
asustando a los monstruos   
de debajo de sus camas. 
Sobrevuela las zonas de copas 
y entra en todos los vasos, 
por eso hay mañanas que son
terriblemente holgazanas.
Se cuela en los escotes, 
levanta todas las faldas, 
averigua intenciones como una  
anciana insolente y fisgona. 
Baja hasta los pueblos, 
se acurruca entre las reses 
cuando ya despunta el alba, 
y espera pacientemente 
que finalice su jornada. 


Nená

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